Imagina que tuvieras la oportunidad, junto con tus vecinos, de hacer escuchar tu voz ante la administración local de tu ciudad, y de este modo, tener influencia en el reparto de los fondos de las arcas municipales.
Las primeras experiencias nacen en el Brasil de los años 80 y bajo una dictadura militar que deja poco margen a la autonomía municipal. (en sorprendente analogía, resurgen ahora bajo una dictadura financiera que deja el mismo escaso margen) A finales de la década, la victoria en varios municipios del partido de Lula da Silva, inicia la aplicación en Ipatinga, Icapuí, Janduís y Portoalegre. Las primeras experiencias en nuestro país se producen en algunos municipios catalanes siendo Rubí la ciudad pionera en 1999. En 2004 son ya un centenar de ciudades y barrios en Brasil y varios los municipios catalanes que se comprometen a aplicar procesos similares. En España se han producido o están en curso experiencias de este tipo en 86 municipios. La mayoría en la provincia de Málaga, seguida por Barcelona y Madrid. En Galicia, ha habido presupuestos participativos en la localidad de Fene, en A Coruña.
Los presupuestos son la configuración numérica y contable de todas las obligaciones y políticas que una administración llevará a cabo durante un año. Se trata de convertir las ideas en números, y esto es cada vez más difícil ya que los compromisos de los gobiernos se multiplican. De hecho la distribución de los gastos responde a un equilibrio entre las nuevas políticas y las obligaciones asumidas. Es en el capítulo de las nuevas políticas donde tiene su lugar la participación ciudadana. Los vecinos deben poder decidir qué nuevas iniciativas emprende su gobierno. Es la ocasión de dejar claros los valores de una sociedad. A la hora de realizar propuestas, no hay que andarse con vaguedades: es necesario formular objetivos concretos, asumibles y delimitables que la ciudadanía tenga ganas de asumir y proteger. Proyectos sentidos y anhelados por el conjunto de la población, para que le encuentre sentido a su participación.
Las fórmulas para aplicar los presupuestos participados, varían según cada experiencia. La organización siempre es complicada porque se trata de que miles de personas lleguen a un acuerdo y que todos hagan oír su voz. Es un proceso necesariamente largo: una vez aprobados los presupuestos de un año es necesario emprender la preparación de los del año siguiente. En el primer trimestre, se producen reuniones abiertas a toda la ciudadanía. En estas se realizan las primeras propuestas y se escogen los delegados. En el segundo trimestre, las reuniones las llevan a cabo los delegados y delegadas y en ellas se analizan las propuestas y los costes que estas representan, además de establecer las prioridades. A lo largo del tercer y cuarto trimestre tiene lugar una última fase en la que se redacta la propuesta definitiva. El documento final es sometido a la aprobación en pleno y con ello se concreta la propuesta.
Por parte de la ciudadanía la participación debe ser universal y abierta a todos los ciudadanos, entidades (foro de entidades) o fórmulas mixtas de individuos y entidades. Por parte de la administración, debe contarse con la participación de técnicos (internos del ayuntamiento, o externos, de universidades por ejemplo), políticos (a los que se puede invitar a participar en el debate o simplemente a aprobar las conclusiones). Los presupuestos participativos son siempre fruto de la colaboración y entendimiento entre los ciudadanos y las autoridades. No son posibles en un gobierno municipal inestable, y si hay más de un grupo de gobierno es necesario que todos estén de acuerdo para iniciar el proceso. No vale la pena aventurarse a recoger ideas si estas no van a ser aprobadas por un pleno.
En el proceso que conlleva un proyecto como este, aprende la ciudadanía a ejercer su poder. Pero también las administraciones son requeridas a realizar un esfuerzo de acercamiento, escucha y entendimiento a los ciudadanos más desfavorecidos, aquellos a quienes habitualmente no se escucha.
Un ejemplo: el ayuntamiento de Fene, A Coruña, gobernado por una coalición PSOE-BNG puso en marcha unos presupuestos participativos en el ejercicio 2008-2009. Con una población de 14.200 habitantes y una cantidad a gestionar de forma participativa de 200.000€. Se dio voz a todos los ciudadanos, mediante la entrega de sugerencias por medio de cupones en el ayuntamiento o presencia en las asambleas. Se realizaron 2 asambleas para la votación de los delegados vecinales. El seguimiento fue llevado a cabo por una comisión compuesta por ciudadanos.
La experiencia en municipios pioneros demuestra que no es un trabajo fácil, en especial en poblaciones medianas y grandes en las que es necesario movilizar a muchos miles de personas para que la voz de las asambleas sea representativa.
Unos presupuestos participados por la ciudadanía, independientemente de su cuantía, son una escuela de civismo y dinamización social. Y para el gobierno debería suponer un estímulo y vigilancia complementaria, en cuanto a la transparencia y eficacia de la gestión del dinero público. La aparición de nuevas formas de institucionalidad: la democracia deliberativa y participativa, que superan los marcos restrictivos de la democracia representativa. La conformación de espacios públicos no estatales y una perspectiva nueva de análisis sobre los límites y las posibilidades de la construcción democrática.