Ayer los compañeros de mi círculo me dieron una lección. Tras una asamblea maratoniana, que finalizó a la 1 de la madrugada, cuando muchos (los afortunados) teníamos que madrugar al día siguiente, me di cuenta de la cantidad de gente inteligente y capaz que somos cuando trabajamos unidos. Y no, no se habló en absoluto del debate de propuestas. No es un círculo grande, es el círculo de una pequeña capital de provincia. Nadie tiene experiencia en el ejercicio de la política, es, como todos los círculos locales, totalmente heterogéneo en cuanto a formación, experiencia previa y experiencia profesional. A algunos los conozco hace años de otros movimientos sociales, pero no son la mayoría. Escuchando a mis compañeros me di cuenta de que la gente que forma parte de los círculos Podemos es mucho más madura de lo que algunos quieren dejar ver. Quienes me rodeaban anoche eran personas completamente conscientes de lo que es trabajar bien o mal. Eficaz o ineficazmente. De su poder como círculo y de sus debilidades. De lo que se requiere para trabajar y de lo que es superfluo. Un círculo así constituido y autónomo es perfectamente capaz de la autocrítica suficiente como para tomar decisiones acertadas, siempre que estas se tomen en conjunto y tras el debate adecuado. Es verdad que a veces es inevitable que los debates pierdan eficiencia, que se alarguen que se desvirtúen. Pero eso se mejora de una asamblea a otra. Estas personas me han demostrado que saben perfectamente lo que significa tener un exceso de poder, reconocen cuando se le está manipulando, cuando alguien está haciendo la guerra por su cuenta al margen de las decisiones, y no les gusta. Y saben que tienen poder para evitar que tal cosa suceda. Cuando leo o escucho que alguien habla de los círculos como grupos muy susceptibles de ser tomados por asalto, de ser copados por personas con intereses espúreos, pienso que estamos equivocados sobre todo en la forma en la que lo enfocamos: el cierre al exterior, las trabas a la participación, las trabas a la libertad de acción. El poder de unos pocos se combate enseñando a la gente poco a poco, a quienes se incorporan nuevos a las asambleas, el poder de la asamblea, el poder de la decisión en grupo frente a las maniobras de unos pocos. Ahora nos encontramos en una encrucijada que va a determinar la verdadera posición de los círculos en Podemos. Vamos a decidir si seremos las ramas del árbol sobre el cual brilla una estrella soportada por dichas ramas, o si vamos a ser solamente el espumillón que le ayude a parecer más brillante. Yo creo en el poder de la gente. Es más, estoy convencida de que el único camino para Podemos es no solo dar más poder a la gente, sino contribuir activamente a que la gente tome conciencia de ese poder y decida utilizarlo. Creo que es una oportunidad única para que los ciudadanos se den cuenta de que si pueden participar no solo en la votación de un puñado de propuestas de vez en cuando, sino en los órganos de control del partido. Y estoy segura, porque lo vi ayer, que dicho poder será utilizado con sabiduría y prudencia. Mucha más de la que nunca pensé. Los políticos que en las últimas décadas ocupan la primera fila del panorama español son tristes figuras, marionetas sin ningún encanto. Personalidades tristes, anodinas, incapaces de tener una idea propia. De repente aparece una figura nueva y novedosa, con un discurso vibrante, perfectamente conectado con la indignación de las personas. Una persona con un currículum brillante en el que entre otras cosas, se indica que ha sido uno de los principales asesores de campaña de IU en las últimas generales. Acompañado de otra persona con una experiencia y formación casi de la misma envergadura, que también ha sido asesor principal de un político de la talla de Llamazares. Y nos ha dejado a todos sin aliento su capacidad para catalizar y convertir en votos la indignación que los movimientos sociales han estado agitando durante los últimos años. Yo soy la primera sorprendida. Pero yo que soy vieja, recuerdo otras figuras políticas que encandilaron al país, hombres (desgraciadamente todos hombres) que se convertían en el yerno que cada madre del país quería. Recuerdo haber estado escuchando boquiabierta el discurso fluido, cercano y sentido de alguno durante 40 minutos, llenos de palabras reconocidas, llenos de promesas, lleno de lo que estabas esperando escuchar. Discursos. No quiero volver a darme cuenta después, como quien sale de la ducha mojado y ve que se ha olvidado coger una toalla, de que eran solo discursos. A mi no me molesta una figura brillante que catalice, que sepa traducir en palabras nuestros deseos, nuestra voluntad. Lo que no quiero es que esa figura convierta su voluntad en la nuestra. No quiero nunca más alguien que crea en las imposiciones y no en la pedagogía. Nunca más. Yo quiero que tengamos oportunidad de participar tantas personas que surjan más figuras con la misma brillantez que le puedan hacer sombra. Y sobre todo quiero estar segura de que seremos nosotros quienes le demos soporte y quienes dejemos de dárselo. Y no al contrario. Somos los círculos los que debemos dotar de sentido a Podemos, no la ejecutiva del partido la que decida qué sentido tienen los círculos. Es la ejecutiva la que debe estar al servicio de las asambleas y no al contrario. En el extraordinario trabajo de Thaloscalcidica resumiendo las propuestas organizativas es bien fácil saber: cuantos más cuadraditos morados en la columna de la izquierda, más control de la Asamblea General, y menos de los órganos del partido. Y me vais a decir ¿y qué pasa si gana una organización que de mucho poder a los círculos e Iglesias lidera el partido? (cuya retirada es un órdago estratégico, no le quepa duda a nadie, no parece una persona capaz de tirar la toalla). Pues bien sencillo: le tocará hacer pedagogía. Tendrá que negociar en vez de imponer. Tendrá que exponer con honestidad y claridad porqué no quiere que Podemos concurra a las municipales. Tendrá que explicar que un año de cagadas en tres ayuntamientos por inexperiencia, pueden comprometer el resultado de las generales. Y tendrá que hablar y usar su habilidad para convencer y no maniobras para imponer. Y puedo asegurar que la gente de los círculos no es irracional, que atenderá a razones, escuchará y votará. Y aunque haya alguno pertinaz, sus compañeros le reconducirán. Esa es mi experiencia, y así creo que debe ser. No concibo que Podemos sea diferente si no es este el modo de actuar.