Entre capullos y gaviotas/Movimientos indignados

Memento mori

Fuente: a disfrutar de lo votado.

Fuente: a disfrutar de lo votado.

“Lacospe” perseverando en esa actitud chulesca, soberbia y como de nuevo rico que ostentan los cargos políticos en este país, en especial los del PP (pero no son los únicos) ha dicho que ella “ha sido elegida por los ciudadanos” y que por tanto, los que no hemos sido elegidos no tenemos poder para atribuirnos la representación de nadie y nos reta a presentarnos a unas elecciones. Olvida que, en el mejor de los casos representa a 10.800.000 ciudadanos que votaron a su partido en un sistema de listas cerradas (o sea, no le votaron a ella sino al PP) sobre 34.600.000 posibles votantes, y sobre 46 millones de españoles. Es decir: ni siquiera la tercera parte de los posibles votantes. Y si esas elecciones fueran hoy día, aun serían algunos millones menos: hay que descontar todos aquellos que se están sintiendo estafados por las mentiras de su partido. Le ha faltado decir como en la canción “… y mi palabra es la ley”.

Olvida también que nosotros, los “movimientos sociales” no pretendemos representar a nadie. Todos y cada uno de los que estamos en las calles nos representamos a nosotros mismos. Y a lo que aspiramos es a que cada ciudadano haga lo propio, tome sus  decisiones y que todos y cada uno, incluso aquellos cuyas ideas no concuerdan con las nuestras, puedan ejercer su derecho a participar en las acciones de gobierno y en la vida política del país, a través de un sistema verdaderamente democrático y participativo y no esta pseudo-democracia que según el criterio de Cospedal y los suyos les da aval (a ella misma y a quienes le han precedido) para pavonearse chulescamente de haber recibido carta blanca para cometer todo tipo de tropelías. Queremos que se haga cierto lo que dice nuestra actual constitución: que la soberanía reside en el pueblo español (aunque la propia constitución deje esta aseveración vacía de contenido al privar al pueblo de cualquier posibilidad de influir en los poderes políticos más allá de votar cada 4 años bajo una ley electoral trucada).

Tiene la osadía de decir que “las cosas están cambiando” porque la prima de riesgo baja, a pocos días de que hayamos conocido la noticia de que las cifras de parados, familias en las que no trabaja ninguno de sus miembros, niños que viven bajo el umbral de la pobreza, siguen en su galope desbocado hacia un abismo que parece no tener fondo.

El estilo arrogante de nuestra clase política se parece cada vez más al de una monarquía absoluta. El haber ganado unas elecciones, incluso el haber obtenido un escaño se ha convertido en un parapeto desde el que se sienten protegidos de todo mal. Desde ese púlpito, desde la distancia tras la que se sienten invulnerables, se permiten decir cualquier tipo de cosa, insultar a los ciudadanos que solo piden lo que la constitución recoge como sus derechos fundamentales, se permiten insultar gravemente a quien desde cualquier otra institución cuestiona sus posturas. Me refiero en este caso a los apelativos (pijo ácrata, demagogo indecente) proferidos contra el juez Pedraz cuando osó criticar la actitud de los políticos a cuenta de las denuncias de atentado contras las instituciones tras el 25S. Confunden haber obtenido una mayoría con una patente de corso, que una vez otorgada, no exige de ellos absolutamente ninguna rendición de cuentas. En los países de nuestro entorno, los políticos tienen una oficina en la que atienden personalmente a los ciudadanos de la jurisdicción por la que han sido elegidos. Supongo que esas oficinas y el contacto real y cara a cara con los ciudadanos, hace el efecto que la frase “memento mori” (recuerda que eres mortal) tenía sobre el César, de mantenerle con los pies relativamente en la tierra. Nuestros políticos no tienen oficinas de este tipo. Creo que incluso están perdiendo la caricaturesca costumbre de besar a los niños en los mercados, porque últimamente las madres los apartan, cuando no los abuchean. Y prefieren salir por la puerta de atrás ya subidos al coche oficial y con las lunas bien tintadas o hablar desde una pantalla de plasma para evitarlo. Y así, evitando escuchar lo que el pueblo tiene que decirles, mantienen entre ellos la ilusión de que los ciudadanos avalan sus desmanes. Creo que todo eso refleja en realidad un profundo miedo a lo que la gente de la calle tiene que decir. Nos temen, y por eso se esconden. Es el temor del rey absoluto a que el populacho envidioso de su posición trate de deshacerse de el, por eso se sienten en la necesidad de protegerse tras muros, vallas, pantallas, e incluso tras el diccionario: el último parapeto que han descubierto.

Quienes me conocen saben que soy absolutamente contraria a la opción electoral para nuestro movimiento. Las declaraciones de hoy de Cospedal me reafirman en que estoy en lo cierto: algo que les interesa a ellos no puede ser bueno para nosotros. Nuestra guerra es otra y no la de las urnas. Nuestra guerra es la generación de la conciencia crítica en la sociedad, y generar opciones de autogestión que doten a las personas de cierta inmunidad frente a los errores (o delitos) de los políticos, muy por delante de obtener ninguna representación. Sólo una sociedad crítica, consciente, autónoma  y movilizada puede poner las riendas y el bocado a esta clase política, a la que le falta mucha doma. Ese es nuestro lugar. No somos un ejército en guerra regular: no tenemos ni deseamos las armas y argucias con las que ellos dirimen entre si sus batallas. Carecemos de sus aspiraciones de poder y riqueza. Nos falta mucha mezquindad para poder ponernos a su bajura. Somos una guerrilla, somos diferentes, somos otra cosa y por tanto nosotros definimos cual es nuestro campo de batalla.

“Lawrence sostiene que la acción de profundidad puede y debe desordenar completamente la geometría de una campaña regular: es actuando sobre un escenario en su conjunto como se desorienta a un adversario. La victoria se debe sobre todo a una acción intelectiva, a un cambio arbitrario de perspectiva, que no desafía la fuerza del enemigo, sino que la hace vana, la sortea y la vuelve inútil. Si un punto geométrico particular del mapa del teatro bélico es de importancia estratégica, la victoria no consiste necesariamente en conquistar ese punto, en el que el enemigo se siente inatacable, sino más bien en modificar el mapa entero para convertirlo en un punto de importancia secundaria. Desplazar la acción a otra parte, insistir en otros puntos, irse a otro sitio y dejar al enemigo que defienda atrincherado un lugar que se ha vuelto inservible.” (extraido de “Junto a los ríos de Babilonia, una teoría de la guerra de DH Lawrence”)

“la mejor victoria es vencer sin combatir”, nos dice Sun Tzu, “y ésa es la distinción entre el hombre prudente y el ignorante”

Yo desde mi modesto púlpito le lanzo un guante a la señora Cospedal: venga a la calle a hablar con la gente. Abandone el parapeto de los micrófonos y los escaños y las “ruedas de prensa” sin preguntas, y escuche, si se atreve, lo que los ciudadanos piensan de usted y de los demás políticos de ambos lados de la P (PPSOE) y aledaños. Sin filtros, sin acreditaciones, sin hijos tras los que escudarse, sin pactar las preguntas ¿Se atreve? Yo sí.

Anexo: al hilo de Sun Tzu quiero recoger aquí la respuesta de mi compañero Pepe Saavedra a la señora de Cospedal porque me ha encantado y es quien ha inspirado este post:

Señora De Cospedal, hemos leído a Sun Tzu en «El arte de la guerra».

«Cualquiera que tenga forma puede ser definido, y cualquiera que pueda ser definido puede ser vencido.» En las plazas crecemos y nos fortalecemos tras cada error que ustedes cometen.

«Si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo, serás poderoso en cualquier lugar a donde vayas.» Esperanza Aguirre y Bárcenas causarán más daño en su partido que un movimiento social en las urnas. No caeremos en su trampa electoral.

«Los buenos guerreros hacen que los adversarios vengan a ellos, y de ningún modo se dejan atraer fuera de su fortaleza.» Baje a la calle y hable, señora. Continúe hablando, por favor.

«Colócalos en una situación de posible exterminio, y entonces lucharán para vivir. Ponles en peligro de muerte, y entonces sobrevivirán. Cuando las tropas afrontan peligros, son capaces de luchar para obtener la victoria.» Fortalezcan sus políticas de austeridad, señora Cospedal.

«Cuando el enemigo está cerca, pero permanece en calma, quiere decir que se halla en una posición fuerte. Cuando está lejos pero intenta provocar hostilidades, quiere que avances.» Percibimos su debilidad, señorita de Cospedal.

«Triunfan aquellos que saben cuándo luchar y cuándo no.» Métase sus retos por donde le quepan, furcia fascista.

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